LAS ACTITUDES DEL PERSONAL HACIA LOS ANIMALES
EN PLANTAS DE FAENA Y LOCALES DE REMATE
Prof. Temple Grandin,
Ph.D.
Depto.
de Ciencia Animal
Colorado State
University
Fort Collins, CO
80523-1171, EE.UU.
Publicado en Anthrozoos,
1988, Vol. I, No 4, pp. 205-213
Traducción del Dr.
Marcos Giménez-Zapiola
Es común que se maltrate a los animales en los
locales de remate y en las plantas de faena. Los maltratos que se observan más
frecuentemente son arrastrar a los animales caídos y golpear o picanear
excesivamente a los animales. Tanto en los locales de subastas como en las
plantas de matanza, los empleados están sometidos a presión para mantener un
flujo constante de animales hacia la pista de ventas o la línea de faena. En
ambos tipos de instalaciones, se necesita mover rápidamente grandes cantidades
de animales. El objetivo de este estudio fue analizar el comportamiento de las
personas que manejaban el ganado en dichas empresas. También se observó el
desempeño de los gerentes de las plantas de faena, para conocer mejor la
influencia de la conducta de los directivos sobre el trato de los empleados a
los animales.
Los mercados de remate de ganado en pie
El 1984, un investigador fue contratado para hacer
visitas sin anuncio previo a 51 mercados de subasta de ganado en 11 estados del
sudeste de EE.UU. Su itinerario fue predeterminado objetivamente por una
persona que no tenía conocimiento alguno sobre las condiciones en que
funcionaban esos mercados. En cada estado, se visitó el 10% de los locales de
remate registrados oficialmente.
El 21% de los locales investigados tenía un manejo
excelente, y el 32%, en cambio, un manejo rudo o actos de crueldad (Cuadro 1).
Al evaluar el estado de las instalaciones, se comprobó que el 35% las tenía en
condiciones excelentes o bien mantenidas, y en el 28%, en cambio, estaban
sucias, rotas o tenían un diseño defectuoso (Cuadro 2).
Los mercados con buenas instalaciones tendían a
tener una menor incidencia de manejo rudo (Cuadro 3). La calidad de las
instalaciones tuvo escaso efecto sobre los episodios manifiestos de crueldad,
así como en la incidencia de trato rudo debido a deficiencias gerenciales. El
33% no tenía bebederos o comederos.
El tamaño del mercado no mostró relación con la
calidad de las prácticas de manejo, pero aquellos mercados que se
especializaban en una especie tendían a tener mejor manejo. Tanto los mercados
con "manejo excelente" como aquellos con "manejo no
aceptable" preferían las picanas eléctricas a batería. Esto indica que el
factor importante en el manejo no es la herramienta que se usa, sino cómo se la
usa: un buen operario procurará tocar al animal con la picana en vez de aplicarle
la corriente eléctrica. Se observó una tendencia a un manejo más abusivo cuando
se usaba picanas eléctricas conectadas a un cable suspendido sobre las líneas
de trabajo. Este tipo de picana da un choque eléctrico menos focalizado que las
picanas portátiles alimentadas a batería.
Cuadro 1:
Clasificación del manejo en los Mercados de Ganado del sudeste de EE.UU.
Categoría |
Descripción |
% |
Manejo Excelente |
Los animales eran arreados en calma con un mínimo de picaneo.
Se tenía cuidado de no golpear a los animales al cerrar las puertas. Nunca se
los pateaba ni golpeaba con objetos duros |
21% |
Manejo Aceptable |
Las prácticas de manejo no eran excelentes, pero no se
aplicaban prácticas no aceptables |
47% |
No Aceptable: Manejo Rudo |
Muchos animales eran manejados con rudeza por más de una
persona, y los supervisores no trataban de detener el maltrato. La
clasificación de "Manejo Rudo" se daba cuando se observaba
cualquiera de los siguientes abusos como práctica rutinaria; aplicación
constante de la picana eléctrica cuando los animales no tenían lugar adonde
moverse, cierre de puertas contra los animales, hacinamiento y amontonamiento
de los animales, golpes con palos u otros objetos, y aplicación constante de
azotes. |
20% |
No Aceptable: Crueldad |
Los animales eran arrastrados, arrojados o alzados por la
cola o las orejas. Esta clasificación también se aplicaba cuando la mayoría
de los empleados trataba con rudeza a casi todos los animales, y aparentaba no
tener ninguna consideración por ellos. |
12% |
Fuente: Grandin, 1985.
Cuadro 2: Clasificación de las
instalaciones de los Mercados de Ganado del sudeste de EE.UU.
Categoría |
Descripcion |
% |
Excelente |
Todos los corrales y mangas estaban limpios y bien
mantenidos, con un mínimo de salientes cortantes que pudieran lastimar a los
animales. Había iluminación adecuada. Los mercados con buen diseño de
corrales también entraron en esta categoría. |
35% |
Aceptable |
La mayoría de los corrales y mangas estaban bien mantenidos
y limpios. Un local con algunas tablas rotas o corrales barrosos caía en esta
categoría. |
37% |
Sucio o necesitado de arreglos importantes |
Muchos corrales con cercas o puertas rotas, que requieren
reparaciones importantes. También comprende los locales sucios o con basura,
cuyas mangas no mostraban evidencias de ser limpiadas rutinariamente. |
22% |
Diseño insatisfactorio |
Esta clasificación se aplicaba cuando las fallas de diseño
provocaban graves problemas de manejo, que incrementaban la frecuencia del
trato rudo y que aumentaban el riesgo de que los animales se lesionaran. |
6% |
Fuente: Grandin, 1985.
Cuadro 3: Relación entre el manejo y la
calidad de las instalaciones
|
Manejo |
|
Excelente/Aceptable |
No
Aceptable/Cruel |
|
Excelentes/Aceptables |
28 (76%) |
9 (24%) |
No Aceptables |
7 (50%) |
7 (50%) |
(X2
= 3.11; p = 0.08)
El comportamiento del personal de plantas de faena
Fueron visitadas 25 plantas de faena de EE.UU. y
Canadá, todas ellas bajo inspección federal. En cada una, se dedicaron más de
dos días a la observación de la conducta de los empleados que arreaban y
mataban a los animales. Las visitas fueron realizadas por la autora entre 1975
y 1987. Las plantas fueron clasificadas en tres categorías:
1. Se observan actos rutinarios de crueldad
deliberada.
2. El trato rudo es una práctica de rutina.
3. El comportamiento de los empleados es bueno o
excelente.
No se tuvo en cuenta el estado del equipamiento y
las instalaciones de las plantas, aun cuando tuviera influencia sobre los
problemas de manejo, porque el estudio estaba ceñido al comportamiento de los
empleados. De las 25 plantas, 8 (32%) estaban en la categoría 1; en la
categoría 2 hubo 3 (12%), y las 14 restantes (56%) estaban en la
categoría 3. Doce plantas fueron estudiadas antes de 1982, y 13 después de
1982. La incidencia de la crueldad y el abuso cayeron del 67% entre 1975-82 al
23% en 1982-87.
Factores que influyen sobre la incidencia del
maltrato y la crueldad
Las organizaciones que se caracterizaban por un
manejo humanitario tenían un gerente que imponía un estricto código de
conducta. Si un empleado maltrataba a un animal, se lo despedía o se lo
trasladaba lejos de los animales. Las plantas de faena que presentaban
problemas de crueldad en el trato tendían a tener un gerenciamiento flojo en el
área ganadera. En cuatro casos, las plantas de faena mejoraron pronunciadamente
su clasificación en cuanto al manejo después de contratar un nuevo gerente. En
otro caso, el manejo empeoró.
La imposición, por parte de la gerencia, de un
código estricto de manejo, tenía mayor influencia sobre el comportamiento de
los empleados que la ubicación regional de la planta o el origen cultural del
personal.
No se encontró relación entre el tamaño del
mercado de ganado o la planta de faena y la incidencia de mal comportamiento del
personal, que resultara en trato rudo o crueldad. Sin embargo, las
instalaciones mal diseñadas o mal mantenidas se correlacionaban con un aumento
en la frecuencia del trato rudo y los accidentes de los animales. El manejo
calmo es imposible si los animales están permanentemente frenándose, cayendo
sobre suelos resbaladizos o atorados en las mangas. Las instalaciones deben
estar bien iluminadas y limpias. Asimismo, es más fácil generar buenas
actitudes en el personal cuando el entorno es agradable.
No obstante ello, las buenas instalaciones no
garantizan buen manejo. Los dos peores episodios de crueldad intencional con
los animales fueron presenciados en plantas de faena que contaban con
instalaciones nuevas y bien diseñadas. En un caso, el operario se complacía en
arrancarle los ojos a las vacas antes de matarlas, y en el otro, el empleado
clavó un gancho en el hombro de un cerdo vivo y lo cargó como si fuera un fardo
de heno. La primera de estas plantas tenía un gerenciamiento laxo, y jamás
corregía a sus empleados por el trato cruel, y la segunda dio una
reprimenda al que le clavó el gancho al cerdo, pero en ningún caso hubo
castigos severos a la crueldad.
Mis observaciones personales indican que la
incidencia del trato rudo tiende a ser menor en los estados del centro y el
norte de EE.UU., con una frecuencia estimada en promedio en un 10-15%. En los
estados del sur, parece haber más trato rudo, probablemente debido a una
actitud más difundida de "macho". Kellert (1978, 1980) también ha
observado diferencias regionales en las actitudes hacia los animales. En
Europa, hay menos interés en el bienestar animal en los países meridionales
(Curtis y Guither, 1983). Parece haber una relación entre el clima y el manejo.
En Australia, hay más preocupación por los animales en las regiones más
templadas del sur. En el norte tropical, el manejo es más a menudo rudo, de
acuerdo con las observaciones personales y las referencias. Existe una
tendencia entre los gerentes de plantas de faena de los países escandinavos y el
Canadá a estar más preocupados por el manejo humanitario que sus colegas de
EE.UU. Las plantas de faena de Holanda y Suecia son muy civilizadas. Los
empleados están interesados en el bienestar animal, y la gerencia está
interesada en el bienestar de los empleados. En contraste, los mataderos son
espantosos en México. Existe la impresión de que las sociedades que tratan
humanamente a la gente también tienden a tratar humanamente a los animales.
En las plantas de faena estudiadas,
aproximadamente el 4% del personal directamente involucrado con el ganado
cometía actos de crueldad intencional. Esta gente parecía disfrutar mirando
sufrir a los animales. Si una planta de faena o un corral de engorde tiene
problemas de crueldad con los animales, por lo general sólo hay una o dos
personas involucradas en los peores incidentes. Por otra parte, el manejo rudo
tiende a generalizarse en las organizaciones mal gerenciadas. En algunas de las
plantas de faena y locales de subasta peor gerenciadas, más de la mitad de los empleados
incurría en trato rudo a los animales.
Maltrato y crueldad en los niños
Un descubrimiento perturbador del estudio de los
mercados de ganado fue que la mitad de los que estaban en la categoría de
manejo cruel permitían a menores de edad maltratar a los animales. En un local
de remates, un niño de 7-8 años golpeaba permanentemente a los cerdos en la
nariz mientras estaban en la pista de ventas, y ningún adulto hacía nada por
detenerlo. En otro caso, unos adolescentes parecían gozar golpeando el ganado
con tablas. [Tres o cuatro casos distintos de niños atormentando terneros con
picanas eléctricas fueron observados este año, y el verano pasado, estudiantes
de mis cursos observaron conductas abusivas similares en una subasta en Texas,
1999]. Los niños que disfrutan maltratando a los animales pueden tener mayor
predisposición a incurrir en comportamientos agresivos y crueles como adultos (
Felthous y Kellert, 1987). Leyton (1987) informa que los asesinos seriales
Albert De Salvo (el estrangulador de Boston) y Edmund Kemper, quien cocinó
pedazos de su víctima como estofado para fideos, torturaban gatos en su niñez.
Un empleado de una planta de faena, que molestaba y trataba con rudeza a los
animales, declaró que cuando era niño fue obligado a matar un novillo que
era su mascota, agregando que luego de ello, jamás pudo sentir afecto por un
vacuno. Su conducta se asemejaba al vituperio de los animales antes de
sacrificarlos, característico de los cultos antiguos. Serpell (1986) afirma que
el vituperio de la víctima ayuda al matador a distanciarse emocionalmente del
animal que ha criado con cariño. Este empleado, sin embargo, nunca cometió un
acto extremo de crueldad como los descriptos anteriormente.
Factores correlacionados con mejoras en el manejo
animal
Los dos principales factores que motivan a los
gerentes a mejorar el manejo en las plantas de faena son las sanciones legales
y los incentivos económicos. La mayoría de las mejoras de manejo observadas en
1982-87 se pueden atribuir a las penalidades legales y a la búsqueda de
ganancias. En 1978, la Ley de Matanza Humanitaria se hizo aplicable también al
manejo previo. Y al mismo tiempo, un porcentaje mayor del ganado fue vendido
sobre la base del peso de la carcasa en el gancho en vez del peso del animal
vivo en pie. En la venta al gancho, la propiedad cambia de manos solamente
después de la matanza, y el vendedor tiene que pagar el costo de las lesiones
que presente la carcasa.
Los vendedores han comenzado a ejercer una fuerte
presión sobre la gerencia de las plantas de faena para mejorar el manejo, como
también lo hacen en sus corrales de engorde. El ganado vendido sobre la base
del peso vivo presenta casi el doble de descuentos por contusiones (Grandin,
1981). El trato rudo duplica la cantidad de contusiones.
En los últimos 5 años, muchas plantas de
procesamiento de porcinos también han comenzado a exportar al Japón. Los
japoneses rechazan la carne de cerdo de mala calidad. La reducción del estrés y
el nerviosismo en la casilla de noqueo mejora la calidad de esta carne
(Grandin, 1986). Cuando una planta de faena comienza a exportar al Japón, su
gerencia suele tomar medidas inmediatas para mejorar el manejo, pues observan
al clasificador japonés rechazar más del 50% de su producción. Seis plantas
visitadas en el período 1982-87 exportaban al Japón, y todas ellas tenían buen
manejo. También fueron estudiadas cuatro plantas de faena de cerdos que no
exportaban, y tres de ellas tenían manejo rudo o episodios de crueldad.
Mis observaciones personales indican que el trato
rudo más grave, el maltrato y la negligencia, tanto en las granjas, ranchos,
mercados y corrales de engorde, se han mantenido estables en un 10-15% de las
empresas de EE.UU. No han mostrado el mejoramiento que ha habido en las plantas
de faena. Pese a que el manejo rudo causa grandes pérdidas, sigue existiendo
porque el mercado está segmentado. La actitud de algunos participantes del
mercado es "a mí no me importa si los terneros que vendí se enferman
durante el viaje, ése es problema del corral de engorde". El
maltrato continuará a menos que haya un incentivo económico directo o que la
presión por el bienestar animal lleve a sanciones legales. Aproximadamente el
25% de todas las empresas productoras tienen un manejo realmente excelente.
La psicología del gerente de planta de faena
Michael Lesy, en su libro The Forbidden Zone (1987),
describe una planta espantosa, dirigida por un gerente
charlatán y propenso a decir agudezas, que se la
pasaba contando chistes de doble sentido. Este tipo de gerente es poco
frecuente, y lo más común en la psicología de quien dirige una planta de
matanza es simplemente la negación de la matanza. Los gerentes prefieren usar
palabras como "despachar" o "procesar" para evitar esa
realidad.
A lo largo de los años, la autora ha efectuado
muchas observaciones del comportamiento de los gerentes de plantas de faena. En
empresas grandes, con oficinas centrales en alguna ciudad distante, la gerencia
tiende a negar la realidad de la matanza. Las pocas veces que visitan las plantas,
tienden a evitar el área de faena. Incluso gerentes que tienen sus oficinas en
la misma planta muestran a veces esta actitud. Un gerente dijo a la autora que
no iba a ampliar los corrales de ganado porque no quería verlos desde la
ventana de su oficina. El quería que su planta pareciera "una fábrica de
alimento".
Las salas de empacado de carne, las cámaras
frigoríficas, y la línea de despostado, donde la carcasa es cortada, suelen
estar mucho mejor diseñadas y mantenidas que los corrales de ganado y la manga
de faena. Varias plantas tenían corrales que se estaban cayendo a pedazos por
falta de cuidado, mientras el resto de la planta estaba nuevo. Las actitudes de
la gerencia también se reflejan en el hecho de que los empleos para el
manejo de ganado y la matanza suelen ser los peor pagados de la línea de
producción.
Esta actitud carece de sentido económico. Las
contusiones cuestan a la industria de la carne 46 millones de dólares al año, y
los problemas de calidad de la carne debidos al estrés cuestan aun más
(Livestock Conservation Institute, 1983; Grandin, 1986). El mejoramiento del
manejo animal puede incrementar la aceptación de las chuletas de cerdo por
parte de los japoneses en un 10 a 25% (Grandin, 1986). Corrales y mangas bien
diseñados, y buenas prácticas de manejo, podrán reducir las contusiones y los
problemas de calidad de la carne relacionados con el estrés (Grandin, 1980a,
1981, 1982a y b; Kilgour, 1971). El costo efectivo del ganado representa al
menos la mitad de los costos operativos de una planta de faena.
La autora también ha trabajado con gerentes e
ingenieros que realmente se interesan por los animales, pero que igualmente se
abstienen de visitar el área de matanza porque los pone mal. Muchos gerentes
que tienen interés en los animales son a la vez productores ganaderos, o han
tenido experiencia previa en el trabajo con ganado. Estas personas imponen un
código de conducta riguroso, y parecen estar motivados por una preocupación
genuina por los animales. Un gerente de ingeniería, que era al mismo tiempo
criador de vacunos, hizo gastos no autorizados para mejorar el equipo de
matanza de modo que redujera el sufrimiento animal. Un propietario de corrales
de engorde, recientemente incorporado al negocio de la matanza, se hizo
construir una oficina nueva con ventanales hacia los corrales de ganado, de
manera tal que desde allí podía observar a sus empleados y asegurarse de que no
maltrataran a los animales. Pero rara vez iba al área de matanza.
Los gerentes que provienen del departamento de
compras de ganado suelen tener más interés en el trato a los animales que los
que provienen de otros departamentos de la empresa. Los antecedentes del
gerente afectan sus actitudes. Una de las plantas de faena mejor manejadas de
EE.UU., cuya matanza se destaca por lo humanitario, es propiedad de una familia
menonita, que también la administra. El trabajo duro y la calidad de los
valores han transformado una pequeña empresa en una compañía con una
facturación anual de más de 400 millones de dólares. Los directivos tienen una
actitud humanitaria hacia los empleados y los animales, y la planta cuenta con
los equipos más avanzados del sector. Están orgullosos de su empresa, que es
una de las pocas que todavía organiza visitas abiertas para el público. Mientras
las grandes empresas tratan de tapar lo que hacen, esta compañía está orgullosa
de su funcionamiento. Otra planta de excelente manejo tenía muchos mormones en
los puestos superiores.
Psicología de los empleados de plantas de matanza
En un estudio sobre las actitudes de estudiantes
universitarios ante la matanza, Herzog y McGee (1983) descubrieron que, en la
primera visita a los mataderos, la matanza de los animales les molestaba más
que el destripado de las carcasas. Owens et al. (1981) realizaron un estudio sobre la psicología
de los técnicos en eutanasia que deben matar perros y gatos en los depósitos
públicos de animales abandonados. Encontraron que estos técnicos suelen
sentirse culpables, pero a la vez sienten que están cumpliendo un servicio necesario.
Uno de ellos comentó que prefería eliminar él mismo los animales que dejarlo en
manos de alguien que no supiera lo que está haciendo. Los empleados de las
plantas de faena hacen el mismo tipo de afirmación. Algunos decían que habían
elegido el trabajo en la casilla de matanza para evitar que gente sádica lo
hiciera.
Algunos técnicos en eutanasia adoptan la actitud
mecánica descripta en el estudio de Owens y otros (1981), donde se señala que
en la mayoría de las respuestas se reflejaba el tema de protegerse del impacto
total del acto de matar, separando los sentimientos de las acciones. Algunos lo
lograban conversando de manera formal o intelectual sobre la eutanasia. Así
como en la industria de la carne se usan eufemismos tales como "despachar",
en vez de "matar", el personal de estos depósitos habla de PAD, por
"ponerlos a dormir" (Arkow, 1985).
Las personas que concretamente hacen la matanza en
las plantas de faena tienen tres tipos diferentes de enfoque respecto de su
trabajo: mecánico, sádico y del ritual sagrado. Son tres posturas observadas
habitualmente, pero sólo en la gente que se ocupa de matar al animal o de
llevarlo a la casilla de matanza.
El enfoque mecánico
La actitud mecánica es la más común. La persona
que se dedica a matar al animal hace su trabajo como si estuviera abrochando
cajas en una línea transportadora. No tiene emociones respecto de su acto. La
mayoría de las personas que tienen esta actitud matan al animal con eficiencia
y sin causarle dolor. Son empleados que estarán charlando sobre el tiempo o
intercambiando chismes mientras matan centenares de animales cada día. Los
animales son un commodity, una materia prima indiferenciada. Un
ingeniero asesor que criaba cerdos y que había diseñado un sistema para faenar
porcinos por electrocución. Si bien para él los cerdos eran un commodity,
no soportaba mirar cuando se mataba a los vacunos. Su enfoque mecánico sólo
servía para loa porcinos.
Algunos empleados de plantas de faena que han
matado animales durante muchos años actúan como si éstos fueran objetos
inanimados. No les hablan, no les dicen cosas ni se enojan con ellos. Una
persona que ha asumido plenamente el enfoque mecánico ya no tiene emociones
frente a su trabajo. Serpell (1986) afirma que las personas que matan animales
rutinariamente se insensibilizan progresivamente. Las primeras matanzas los
conmueven, pero luego se habitúan y el acto de matar se convierte en un reflejo
sin emoción. Es habitual que los empleados de estas plantas reconozcan que se
conmovían en los primeros tiempos de su trabajo.
Enfoque sádico
Es la segunda actitud. La persona comienza a gozar
matando, y a veces hará cosas extremadamente crueles y atormentará a los
animales deliberadamente. Comentarios típicos de alguien con esta postura
son: "sólo son animales y en realidad esto no les hace daño", o
"si va a morir en cinco minutos, no importa cómo lo trate". En la
terminología de la psicología social, estas afirmaciones son ejemplos de
desvalorización del sujeto. Al desvalorizar al animal, la persona justifica en
su mente las cosas crueles que le hace.
Este concepto fue ilustrado gráficamente por una
serie de experimentos con personas que se realizaron en la década del 60 y
comienzos de la del 70. Los primeros fueron dirigidos por Milgram (1963) y Elms
y Milgram (1966). Los sujetos recibieron instrucciones de aplicar choques
eléctricos cada vez más fuertes a otros sujetos, cuando éstos cometían errores
en una tarea que debían aprender. El choque más fuerte tenía como indicación
"450 voltios, Choque Severo, Peligro". El 65% de los varones,
norteamericanos evaluados como normales, obedecieron las instrucciones del
experimentador y administraron los niveles máximos de choque eléctrico. El
procedimiento de aplicación de electricidad era ficticio, pero el sujeto del
experimento creía que estaba dando choques verdaderos.
Los individuos que obedecieron y llegaron al nivel
máximo de choques tendían a desvalorizar al otro sujeto. Un comentario típico
era: "El buen científico merecía ser seguido, pero el estudiante tonto o
nervioso merecía que le dieran una lección" (Elms y Milgram, 1966).
Un estudio similar fue diseñado por Zimbardo
(1972), quien puso a los sujetos, estudiantes universitarios, en una supuesta
prisión. La mitad de los estudiantes eran "guardianes" y la mitad
"prisioneros". Un tercio de los "guardianes" trató a los
"prisioneros" de manera sádica, y Zimbardo concluyó que la gente
normal puede ser convertida en sádica.
Fromm (1973) acotó que dos tercios de los
"guardianes" no se convirtieron en sádicos, y se preguntó en qué se
diferenciaban del tercio que sí lo hizo. En los experimentos de Milgram, muchos
de los que cumplían con las instrucciones tenían un conflicto emocional, y se
ponían nerviosos y perturbados cuando presionaban el botón que supuestamente
activaba los choques. Pero también había otros que estaban calmos y decididos.
Fromm sugiere que los sujetos que no experimentaban un conflicto podían
convertirse en sádicos.
La tercera postura consiste en convertir el acto
de matar en un ritual sagrado. Muchas sociedades diferentes tienen ceremonias
de matanza. Los indios norteamericanos mostraban respeto por los ciervos y
alces que comían. Como muestra de respeto, los huesos de esos animales no eran
arrojados a los perros (Frazer, 1922). Serpell (1986) describe también las
ceremonias de matanza practicadas por los antiguos griegos, egipcios, fenicios,
babilonios, hebreos y romanos. El judaísmo le asigna una gran solemnidad al
acto de quitar la vida. Una de las razones por las cuales tienen tantas leyes
que detallan con precisión la manera en que los animales deben ser matados para
alimentarse de ellos es para mantener el control sobre el acto en sí mismo
(Grandin, 1980b). Un ritual sirve para imponer límites sobre el acto de matar,
impidiendo que se escape fuera del control.
El shochet o verdugo ritual debe ser una
persona moral, pues de otro modo se degradaría con su trabajo (Lesy, 1987).
Para Grunwald (1955), la persona que ejecuta la matanza ritual o shechitah
debe pensar así sobre el acto de quitar la vida a un animal: "Un hombre
puede matar un animal, pero debería recordar siempre que el animal es una
criatura viviente y que quitar la vida al animal trae responsabilidad"
(Levinger, 1979).
El Islam tiene controles similares. El verdugo
debe tener una mente clara. "El acto de matar (Al-Dhabh) comienza
pronunciando el nombre de Alá, el Creador; esto simboliza el pedirle permiso,
declararse responsable y dispuesto a rendir cuentas, y brindar compasión y
misericordia al animal durante el acto" (Katme, 1986).
Quienes diseñaron los equipos holandeses para la
matanza de cerdos automatizada y de alta velocidad parecen tener los mismos
sentimientos. La fábrica G. Nihjuis B.V., de Winterswijk, Holanda, bautizaron
al más automático de sus equipos Walhalla. En la mitología nórdica, Walhalla
es el paraíso de los guerreros que murieron con gloria en el campo de batalla
(Davidson, 1972). Richard Seltzer, un cirujano, luego de visitar una planta de
faena describió su idea de un matadero ideal (1987), que cae claramente en esta
categoría del ritual sagrado, con un atrio rodeado de columnas talladas con
cabezas de vacas, una rampa de carga laberíntica, en forma de serpentina, y
trabajadores recitando plegarias.
Es extremadamente importante promover una actitud
humanitaria hacia los animales. Una joven ciega escribió lo siguiente, tras
visitar una planta de faena, llegar a un costado de la casilla de matanza y
tocar un animal: "La Escalera al Cielo está dedicada a todos aquellos que
desean aprender el significado de la vida y a no temer la muerte. Nosotros, a
través del respeto a estos animales, podremos también llegar a respetar a
nuestro prójimo" (Tester, 1974).
Se han colocado carteles con este mensaje sobre
las casillas de matanza de varias plantas de faena, para contribuir a
mejorar las actitudes del personal.
Los rituales de matanza suelen darse entre las
personas que concretamente matan al animal. Cuando los animales son muertos por
perros de caza o por trampas, no hay ritual alguno de matanza (Serpell, 1986).
La culpa por la muerte del animal se transfiere a los perros. Burkert (citado
por Serpell, 1986), sostiene que las costumbres que rodean a los sacrificios
son ejercicios muy elaborados de transferencia de culpas. Los sacerdotes son
directamente responsables por la muerte del animal, pero el suyo es un deber
sagrado y por ende perdonable. En su lugar, se echa la culpa a los dioses,
porque exigieron el sacrificio.
Los rituales también cumplen una función benéfica
al fijar controles al acto de matar, y también ayudan a impedir la
desvalorización o el desapego que llevan a una actitud sádica o mecánica.
Durante más de 123 años, la autora ha diseñado y operado equipos utilizados
para matar animales en plantas comerciales de faena. Para evitar que la rutina
la lleve a la postura mecánica de abrochar cajas, recurre al enfoque del ritual
sagrado. Un ritual puede ser simple y seguir siendo útil para controlar la
conducta y promover el respeto hacia los animales. El acto de matar está
controlado por un acto de sumisión similar al del lobo subordinado que expone
su cuello al lobo dominante. El ritual personal de la autora es mirar la planta
de faena e inclinar la cabeza hacia ella cuando se acerca a su entrada. También
ha escrito "Escalera al Cielo" o "Walhalla" en
alguno de los planos de los nuevos sistemas. Los brazos y sostenes de un
sistema de matanza fueron diseñados utilizando la Media Dorada de los griegos,
y una secuencia matemática que determina el comportamiento de muchas cosas en
la naturaleza. Los seres humanos no sabemos realmente lo que pasa después de la
muerte. Un acto ritual de sumisión antes de matar un animal reconoce lo
desconocido, que acosa a todas las personas.
El ritual también cumple una función muy práctica,
la de controlar la mala conducta. La autora ha presenciado la matanza kasher
en 13 plantas de faena diferentes de EE.UU., sumando un tiempo de observación
total de más de 20 días. Aun cuando el personal de estas plantas a veces
maltrataba a los animales, el verdugo o shochet nunca fue visto
burlándose, molestando o maltratando deliberadamente a un animal. Esta
observación ilustra el poder del ritual para controlar el comportamiento.
Algunas plantas de faena kasher tienen métodos crueles y peligrosos de
sujeción del animal, que podrían tender a favorecer la conducta cruel. En el
61% de ellas, se colgaba al animal vivo del gancho, de modo cruel y peligroso,
y en el 23%, había empleados que maltrataban a los animales. Pero los shochet
nunca incurrieron en maltrato, pese a que su entorno de trabajo era a menudo
peor que el de la mayoría de las plantas de faena comercial. Se observó a 19
distintos shochet en su trabajo concreto de matar animales.
Estudio de un caso
El enfoque mecánico es el más frecuente. En una
gran planta de faena de bovinos, la autora observó a diez empleados estables
arrear, noquear, manear y desangrar ganado durante tres años, semana tras
semana. Siete de ellos utilizaban el enfoque mecánico, dos eran sádicos y sólo
uno se esforzaba por tratar bien a los animales. El gerente de la planta se
preocupaba profundamente por el trato humanitario a los animales, pero no podía
despedir a los empleados sádicos porque sus superiores jerárquicos no querían
tener problemas gremiales. La gente que se ocupaba de manear, colgar al animal
noqueado y desangrarlo tenían la actitud mecánica. Los dos sádicos trabajaban
como operador de la pistola de noqueo y como arreador. Esta pauta se repetía en
otras plantas. Los maneadores y los desangradores de animales noqueados rara
vez incurrían en crueldad. El animal noqueado está clínicamente muerto o bien
parece estar muerto cuando llega a sus manos. Los encargados de manear al
animal y de colgarlo para la faena ritual fueron observados con frecuencia
maltratándolo. La gente no atormenta ni actúa con sadismo ante un animal muerto
o que parece muerto.
Conclusión
Es importante rotar las posiciones de los
empleados en la matanza, el desangrado, el maneado y el arreo. Nadie debería
matar siempre a los animales. Muchos gerentes y supervisores de plantas de
faena afirman que la rotación ayuda a impedir que los empleados se conviertan
en sádicos. La autora ha trabajado durante muchos turnos completos en el arreo
y en la matanza. La rotación, cada unas pocas horas, entre la casilla de noqueo
y los corrales de entrada a la manga de faena, hacía más fácil conservar una
actitud humanitaria. También es más fácil mantener una buena actitud en las
plantas que tienen una velocidad de línea de faena más lenta. A 1.000 cerdos
por hora, es casi imposible manejar adecuadamente a los animales. La constante
presión para mantener el ritmo de matanza lleva al maltrato. Es mucho más
difícil mantener el respeto por los animales a 1.000 cabezas por hora que a
500. La rotación de posiciones es mucho más importante en las líneas de alta
velocidad. Uno de los peores aspectos de las líneas muy rápidas es el ruido y
la confusión. El diseño de equipos que reduzcan el ruido aminorará el estrés en
los empleados y en los animales.
Los tres tipos de enfoque (mecánico, sádico y de
ritual sagrado) han sido observados reiteradamente en más de 150 plantas de
faena. Estas tres categorías sólo se aplican a las personas que trabajan en la
zona de la manga de faena o que hacen concretamente la matanza. En los
gerentes, la actitud más común es simplemente negar la realidad de la matanza.
Algunos buenos gerentes que realmente se preocupan por los animales suelen
quedar perturbados cuando tienen que observar el trabajo de matanza, pero
manifiestan su interés cuando imponen un código estricto de conducta para el
comportamiento del personal y cuando gastan dinero en buenos equipos. La
paradoja es que cuesta mucho preocuparse por los animales y a la vez estar
dedicado a matarlos.
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