Reducir el miedo aumenta la producción de leche
Por
Temple Grandin
Depto.
de Ciencia Animal
Fort
Collins, Colorado 80523
Artículo publicado en Hoard's Dairyman,
10 de octubre de 1999
La
gente ha sabido durante mucho tiempo que el manejo rudo y el estrés perjudican
al ganado lechero. Hace más de 100 años, W.D. Hoard, fundador de Hoard's Dairyman, escribió que la gente
que trabaja con vacas lecheras debería tener paciencia y benevolencia. Sabía
que el tratamiento rudo disminuía el flujo de leche. De la misma manera, Jack
Albright, profesor emérito de la Universidad de Purdue, señaló que las vacas
lecheras mansas y dispuestas a acercarse a la gente darán más leche. A pesar de
estos hechos bien conocidos, la gente ha olvidado el mensaje de Hoard y
Albright.
A lo
largo de los años, los investigadores han documentado, usando métodos
estadísticos, los efectos perjudiciales del manejo rudo. De hecho, asustar a
una vaca o pegarle puede reducir la producción de leche un 10%. Las vacas que
tienen miedo a la gente son menos productivas, demostró el australiano Paul
Hemsworth. El miedo fue medido según el grado de inquietud que mostraba una
vaca cuando una persona estaba cerca de ella durante el ordeño. Las vacas que
evitaban a la gente y que se mostraban inquietas cuando había una persona cerca
tenían menos producción de leche. Más aun, sus observaciones en una granja
lechera grande indicaron que las vacas mansas daban más leche.
¿Qué
hace que una vaca tenga miedo de la gente? Los animales tienen excelente
memoria de sus experiencias, tanto buenas como malas. Investigaciones de Joseph
LeDoux, de la Universidad de Nueva York, sobre el cerebro animal, han
demostrado que los animales tienen recuerdos imborrables de sus experiencias de
miedo. La memoria del miedo se ubica en un lugar del cerebro llamado las
amígdalas, que son la parte inferior y más primitiva del cerebro, debajo de la
corteza.
Los
recuerdos ligados al miedo son permanentes. En los tiempos en que los bovinos
eran animales salvajes, era más probable que sus predadores se los comieran si
no recordaban adonde habían visto a un león. Con el tiempo, los animales pueden
aprender a superar un recuerdo del miedo, y asustarse menos del lugar en que
tuvieron una experiencia atemorizante. Pero solamente pueden superar ese
recuerdo del miedo, jamás lo podrán borrar. Por ello, el esfuerzo debe apuntar
a prevenir recuerdos del miedo.
Los
vacunos, como otros animales, tienden a desarrollar recuerdos del miedo que
están ligados tanto a lugares malos como a objetos prominentes. Es muy probable
que adquieran miedo a un lugar específico, o a una persona que usa cierto tipo
de vestimenta, si ellos están asociados a una experiencia dolorosa o
atemorizante.
Sería
muy perjudicial para la producción de leche que la vaca adquiriera miedo a la
sala de ordeño. Es esencial que la primera experiencia de una vaquilla en la
sala de ordeño sea buena. La primera experiencia marca una gran impresión en
los animales. Si una vaquilla se cae o recibe un choque de picana eléctrica la
primera vez que entra a la sala, es posible que desarrolle un recuerdo del
miedo asociado a ese lugar.
Investigaciones
realizadas con ratas demuestran el poderoso efecto que tiene la formación de un
recuerdo del miedo. Se colocó a ratas en un laberinto, y se les permitió
explorar todos los pasillos. Si una rata recibía un choque eléctrico la primera
vez que entraba a un pasillo nuevo, jamás volvería a entrar al mismo. Por otro
lado, cuando una rata entraba a un pasillo varias veces y siempre hallaba
comida, esto le producía un recuerdo positivo. Si recibía un choque eléctrico
después de la quinta vez de haber entrado, y todavía encontraba comida, la rata
probablemente seguiría entrando a ese pasillo.
Si
un animal tiene una experiencia dolorosa o atemorizante la primera vez que está
en un lugar nuevo, el recuerdo del miedo estará asociado a ese lugar. Sin
embargo, si esto le sucede en un lugar conocido que hasta entonces ha sido
seguro, lo más probable es que el vacuno asocie la mala experiencia con alguna
otra cosa, como ser una persona que lleva un impermeable amarillo. El recuerdo
del miedo quedará ligado al impermeable amarillo y no al lugar, y podrá aflorar
nuevamente en cualquier situación en que la vaca vea un impermeable amarillo.
Se
debe tener cuidado de asegurar que nada malo ocurra a una vaquilla nueva la
primera vez que entra a la sala. Los animales son naturalmente temerosos de los
lugares nuevos. Si el animal es lanzado bruscamente a la nueva experiencia, lo
más probable es que tenga miedo. Para presentar a los animales un lugar nuevo
sin provocarles estrés, una de las mejores formas es dejarlos que la exploren
voluntariamente. En granjas lecheras pequeñas, se puede dejar que las vaquillas
nuevas exploren la sala de ordeño y caminen dentro de ella antes de parir. Es
posible que esto no sea práctico en granjas grandes.
Investigadores
franceses han descubierto que las terneras que han sido manejadas
frecuentemente por personas (y que han tenido experiencias favorables con
éstas) se convierten más adelante en vacas más tranquilas, que tienen una
distancia de fuga más pequeña.
En
una granja lechera grande, se podría contratar una persona para que maneje a
las terneras y las trate como mascotas. Es indispensable que se trate de una
persona tranquila y protectora. Una vez que las vaquillas crecen, se las podrá
seguir amansando y apaciguando haciendo que una persona camine todos los días
dentro de sus corrales. Eso hará que aprendan a reconocer la voz y la forma de
caminar de esa persona. Quien haga este trabajo debería también usar la misma
vestimenta que los operarios de la sala de ordeño, por ejemplo, un delantal amarillo.
Esto ayudará a que las vaquillas asocien la ropa del ordeñador con una buena
experiencia. Cuando vayan por primera vez a la sala de ordeño, serán calmadas
por el sonido y la vista de una persona conocida, atenta y de su confianza.
A
veces, las vacas necesitan tratamientos veterinarios que pueden causarles algún
dolor o molestia. Es importante que esas experiencias no queden asociadas al
ordeño. Para ello, nunca hay que dar una inyección cuando la vaca está en su
puesto de ordeño: hay que llevarla a una zona de tratamiento veterinario. De
esta forma, la vaca aprende que el resto de la granja es "seguro".
Dentro
de lo posible, los ordeñadores no deben dar inyecciones. En caso contrario, el
ordeñador deberá usar una vestimenta muy diferente, por ejemplo, sacarse el
delantal amarillo y ponerse un gran sombrero azul. Así, las vacas aprenderán
que pueden estar tranquilas cuando ven el delantal amarillo, y solamente se
pondrán ansiosas cuando observen el sombrero azul. Este sombrero debería ser
algo realmente insólito, que nadie querría usar en circunstancias normales.
Después de usarlo, habría que guardarlo en un lugar donde las vacas no puedan
verlo. Esto dará resultado siempre que la vaca no haya tenido una mala
experiencia con delantales amarillos cuando era ternera. Las vacas no reconocen
caras humanas; reconocen lugares, olores, voces, vestimentas llamativas y
algunos objetos.
Como
los animales no tienen lenguaje, almacenan sus recuerdos como fotografías en un
álbum, o como mensajes cortos en una grabadora. Por ejemplo, si una vaca
adquirió miedo a los impermeables amarillos cuando era ternera, todo aquello
que se asemeje a un impermeable amarillo podrá atemorizarla. Este miedo se
podría extender a los delantales amarillos. Básicamente, la vaca coteja lo que
está viendo u oyendo con los recuerdos del miedo que hay en su cerebro.
Algunos
encargados de granjas lecheras han comprobado que los cepos para sujetar a las
vacas del cuello aumentan los niveles de estrés. Esto puede deberse a los
métodos empleados la primera vez que los aplica a las vacas. Antes de
aplicarlo, siempre hay que hacer que los animales los asocien con la comida. Si
el cepo es asociado con inyecciones, es más probable que la vaca le tenga
miedo. Para evitarlo, la primera experiencia del animal en el cepo debe ser
alimentarse. Si los terneros son entrenados con suavidad a comer en los cepos,
lo más probable es que no los asocien con inyecciones, aun en el caso de que
hayan recibido inyecciones estando en el cepo.
Es
más probable que las vacas asocien las inyecciones con objetos tales como un
estuche rojo que contiene las agujas. Mientras no vean ese estuche, estarán en
calma.
Decía
W.D. Hoard: "La regla a ser cumplida siempre en mi granja lechera con los
animales, jóvenes o viejos, es la paciencia y la amabilidad. La utilidad de una
persona con los animales cesa en el instante en que pierde la calma y les
imparte un trato rudo. Las personas deben ser pacientes. Los vacunos no son
seres que razonan. Recuerden que este es el Hogar de las Madres. Traten a cada
vaca como una Madre debería ser tratada. Dar leche es una función de la
Maternidad; el trato rudo disminuye el flujo. Eso me hiere a mí tanto como a la
vaca. Tengan siempre presentes estas ideas al trabajar con mi ganado."
La sabiduría de W.D. Hoard ha sido comprobada por la ciencia. Los científicos han trazado los circuitos del miedo en el cerebro, y saben cómo operan dichos circuitos. Los administradores de granjas lecheras pueden usar esta información para entrenar a sus empleados acerca de la importancia de tratar bien a las vacas lecheras.